22 ago 2014

Los lujos que no tenemos

Mudarse a África es de por si una aventura. Mudarse a Malawi, uno de los países más pobres del mundo, es más aventura todavía. Vivir en este pueblito en la región más pobre de Malawi, llega a ser una especie de desafío personal.
Esta no es la primera vez que mi marido y yo pisamos continente africano. Lo hemos hecho individualmente y juntos como pareja. Hemos estado trabajando aquí (por muy corto tiempo) y como turistas. Además nuestra experiencia en Latinoamérica nos ha preparado para un nivel de confort que no es el europeo. Es decir sabíamos que Malawi iba a ser pobre pobre y que en el pueblo donde íbamos a estar iba a ser más pobre todavía.  Sin embargo, sabíamos también que la vida de expatriados puede ser muy cómoda y que uno no tiene las carencias de la población en general.  Y esto es cierto, en las ciudades de Malawi, no aquí…
Ya dije (o no?) que llegamos a la que se considera la mejor casa del pueblo (ayer me enteré que hay una casa mucho más moderna a muy pocos metros pero se estaba utilizando como una oficina para una compañía internacional). Tener la mejor casa no significa estar rodeado de comodidades. Hay bichos! (Hay arañas que llegan a atemorizar a mi marido!) Además hay paredes que se van cayendo pedacito a pedacito, igual que los pisos de cemento pulido. Cuando llegamos la cocina no tenía cerámicos y las paredes estaban bañadas en grasa. La presión de agua en la ducha es suficiente para que te caiga agua, pero no clasifica como ducha. En este pueblo no existe recolección de basura, cada quien se encarga de su propia basura como puede. Aquí tenemos un pozo grande en el jardín, el cual sirve como tacho y se quema semanalmente.  Dicho esto, comparativamente hablando vivimos en el lujo. Tenemos electricidad y agua potable, asi como equipo de luces con energía solar y un tanque de agua para cuando hay cortes de suministro.
El pueblo es también un reto si uno está acostumbrado a la ciudad. El único supermercado que hay es Peoples, un supermercado donde la calidad no es prioridad, ni la limpieza. Además solo hay productos de primera necesidad. Para comprar verduras hay que ir al mercado del pueblo, y ahí sí que uno ve la necesidad y la carencia de condiciones básicas de higiene. La verdad es horrible. Hay personas que lo encuentran “interesting” pero para mi es una pesadilla casi al 100%. Lo peor es que uno no puede evitarlo. Si quieres tomates, cebolla, berenjenas o zanahorias tienes que ir allí. No hay lechuga, lo más cercado son unas hojas verdes que se tienen que cocer antes de comer. No hay más vegetales tampoco, y todo depende de la temporada porque no hay energía eléctrica, por ende la refrigeración es solo un concepto lejano. Además la temperatura promedio en este pueblo es cercana a los 28 grados centígrados, así que todos los productos se arruinan en poco tiempo. Como este pueblo tiene costa al lago Malawi, también tenemos mucho pescado. Ustedes se imaginan lo que es la sección de pescado en el mercado? A mi el olor no me deja entrar. Nunca he comprado pescado, lo que es muy lamentable porque el “chambo” es un pescado típico de aquí y es delicioso. Lo he comido en restaurantes (donde hay cierta garantía porque los pescadores vienen directamente a vender) y me consta que es buenísimo! Desafortunadamente, el poblador promedio no puede comprar chambo porque es caro. El pescado mas popular es el usipa, que es pequeñísimo y se come entero.
En este pueblo no hay actividades recreativas para adultos (y para los jóvenes son muy escasas). Solo hay un restaurante que cumple con estándares mínimos para ir a cenar. La comida hay que ordenarla mínimo dos horas antes de sentarse a la mesa. Para el almuerzo hay más opciones, pero desafortunadamente aquí no es poco común encontrar pelos en el plato o que los tenedores vengan con un pedazo de arroz pegado a ellos. No hay cine, ni biblioteca, ni un parque donde salir a caminar. Ni siquiera se puede caminar en la orilla del lago por los cocodrilos (en la noche). Como no hay prácticamente nada de alumbrado público, después de las seis de la tarde no se ve nada en la calle, y la verdad hay muchos borrachitos y loquitos dando vueltas, asi que preferimos estar en casa.

  

Azungu o Machina?


En este pueblo hay muy muy pocos extranjeros. En total somos un americano de los cuerpos de paz, un sudafricano, dos noruegos, seis británicos (que se renuevan por periodos de seis semanas), dos pakistaníes (aunque quizás sean nacidos en Malawi), dos chinas y yo. De vez en cuando llega algún otro extranjero pero generalmente son por periodos tan cortos que no los considero como “residentes”.
Aquí en el pueblo, la gente ya nos conoce. Sin embargo parece haber una cierta clasificación en la que simplemente no me pueden ubicar. Explico. Para ellos hay tres clases de extranjeros: Azungus, machinas e indios.

Un “azungu” es una persona blanca. Puede ser europea o americana, pero también puede ser un sudafricano blanco. Un azungu generalmente es un turista de paso por el pueblo o un blanco que vino a trabajar apoyando a una organización internacional (como mi marido). Los machinas (pronunciando en inglés) son los chinos. Y supongo que, como en Perú, erróneamente meten a todos los asiáticos en la misma clasificación. Las dos chinas que viven aquí están a cargo de (oh sorpresa) una tienda de productos chinos cada una. No hablan prácticamente nada de inglés y al menos me consta que una de ellas tiene un traductor malauí que habla chino y le traduce todo (me contaron que es una práctica común llevarse un malauí a China para que aprenda chino y cuando vuelven trabajan como el manager de la tienda en Malawi, siempre bajo la supervisión de el/la dueña.) Los indios o pakistaníes tienen presencia en Malawi desde hace muchos años. Generalmente tienen negocios y llegan con toda su familia y se instalan permanentemente. Hay muchas familias viviendo en las principales ciudades de Malawi. Aquí solo he visto a dos aunque supongo que deben tener familia. Ellos tienen una tienda de abarrotes.

Entonces, solo quedo yo. Y la gran pregunta (para mi y para los demás) es a qué categoría pertenezco?  Naturalmente, esta búsqueda de una clasificación es una reflexión recreativa en este pequeñísimo pueblo malauí. Aquí no hay muchos turistas, ni extranjeros, ni televisión internacional, ni acceso a internet, así que se conoce lo que hay aquí y punto. No hay más referencias sobre el mundo!

Obviamente yo no soy blanca. Asi que azungu no soy. Aunque los azungus (al menos la mayoría) me incluyen en el grupo. Algunos malauíes me han preguntado si soy china. Pero se ve que ellos están dudando de la pregunta porque tan tan china no me veo (digamos que tengo los rasgos asiáticos típicos de una peruana). Incluso, algunos niños me van gritando por la calle “machinaaaa” “azunguuuu” sin poder decidir que categoría me viene mejor. Además, algunas personas al pasar por mi lado me dicen cosas incomprensibles remedando la fonología de palabras en chino (un poco descortés por cierto, pero aquí no existen los filtros a los que estamos acostumbrados en la cultura occidental). Un par de veces me he cruzado con la mirada de algún indio o pakistaní y he podido ver en sus ojos la duda de mi nacionalidad. Quizás pensaron que yo era india o pakistaní? En todo caso, la duda se disipó en un par de segundos.

Curiosamente, todos los malauíes me preguntan de dónde soy y la gran mayoría parece no entender cuando les hablo de Perú. Muchos piensan que está en América (entendido como USA). Otros simplemente pasan a la siguiente pregunta sin entender para nada qué es América del Sur. Lamentablemente, la mayor parte de los niños y jóvenes tiene una deficiencia en el conocimiento de la geografía mundial. Una vez expliqué que Perú limitaba con Brasil y entonces alguien me dijo que Brasil estaba en África porque tiene población negra…  Parece ser que con el mundial de futbol de este año, el conocimiento de la geografía ha progresado, al menos eso es lo que se dice entre los azungus… Ojalá.


20 ago 2014

Creatividad

El medio de transporte más popular en Malawi, además de los propios pies, es la bicicleta. Ya he mencionado en otro post la precariedad del transporte en Malawi. Tanto del privado como del público. Aquí el ciudadano promedio no tiene plata ni para comprarse una bicicleta. Muy poca gente fuera de la ciudad tiene acceso al transporte público (de muy mala calidad por cierto).

En mi pueblo, la bicicleta sirve para muchas más cosas que las “normales”. Creo que nadie la usa como un instrumento recreativo. Aquí la bicicleta es, primero que todo, un instrumento de transporte. Sirve para desplazarse grandes distancias. De pueblo a pueblo, desde las aldeas al pueblo, etc. Además la bicicleta es el medio de carga más económico. La gente lleva cantidades enormes de mercadería sobre las bicicletas. Llevan pilas altísimas de leña, varios sacos de carbón o harina de maíz, muebles (sillas, mesas), animales (gallinas, 2 o 3 cabras, 1 ternero), materiales de construcción (cemento, láminas de hojalata) y hasta he visto que llevan una bicicleta sobre otra!



Además la bicicleta sirve como taxi. En mi pueblo no hay taxis (automóviles), es mas, en Lilongwe existen muy pocos y el servicio es muy precario. Entonces, si alguien tiene un poco de dinero que gastar, contrata un servicio de bicitaxi. Esto es muy popular en mi pueblo. Muchas personas invierten en la compra de una bicicleta y la adaptan para llevar una persona (o mas!) en la parte trasera. Las bicicletas tienen un pequeño cojín y una manijita para evitar caídas. Las bicicletas generalmente son muy viejas (parecen de la colonia!) y muchas no tienen frenos. Subirse a una es muchas veces más emocionante que subirse a una montaña rusa!

Lamentablemente, un accidente de bicicleta aquí puede tener consecuencias muy graves. Mi marido es el único en todo el pueblo que usa un casco cuando maneja bicicleta. Obviamente, el casco es tan caro que un malauí cualquiera no puede pagarlo (comenzando por la necesidad de ir a la capital para comprar uno). Hace unos meses, mi marido estaba volviendo de trabajar en una aldea lejana cuando unos hombres lo detuvieron para pedirle auxilio. Un ciclista estaba llevando una pila enorme de leña y en una mala maniobra perdió el equilibrio y la leña le cayó encima fracturándole al parecer varias costillas y la clavícula. Mi marido lo llevó en su camioneta al hospital y pudo observar como este hombre tenía la clavícula expuesta. 

15 ago 2014

La curiosidad de los malauíes



Vivo, más o menos, a 1.5 kilometros del centro (boma) de mi pueblo. Muchas veces camino hasta el centro, hago lo que tengo que hacer y vuelvo caminando a casa. A lo largo del camino me cruzo con muchas personas andando, en bicicleta o vendiendo sus productos (tomates, vegetales, frituras, ropa, etc). La mayoría me saluda al pasar porque aquí es muy común hacerlo. Algunos niños pequeños se emocionan, gritan “Azunguuuuu” y tratan de seguirme. No faltan los que hacen el intento de saludar en inglés y al siguiente segundo me piden dinero.  Pero lo más extraño para mi son las personas que se detienen específicamente a hablar conmigo y me someten a un interrogatorio digno de algún servicio de inteligencia!
Todo comienza amigablemente con un muy natural “Hola, cómo estás?”  y sigue asi:

Yo: Bien gracias, y tu?
X: Bien gracias. A dónde vas?
Yo: Ehhhh, al centro.
X: Para qué?
Yo: Para hacer mis cosas
X: Ah, y de dónde vienes?
Yo: De Peru
X: Ah, Peru, ya. Y vives aquí?
Yo: Si
X: Con quién?
Yo: Ehhh, con mi marido.
X: Y el que hace aquí?
Yo: Trabaja
X: Ah, y tienen hijos?
Yo: ……….

De este tipo de conversaciones al menos tengo dos al dia. Una de ida y una de vuelta. Durante los primeros días era peor, ahora como que la gente se ha acostumbrado a mi presencia.
Pero esto no solo pasa en mi pueblo. Hace poco, durante un viaje interno que hicimos, nuestro coche tuvo un problema y nos quedamos botados en el camino.  Mi marido se fue a buscar a un mecánico mientras yo me quedé cuidando el auto.  Creo que en los 40 minutos que tuve que esperar, hubo al menos 10 personas que vinieron a hablar conmigo. Incluso hubo gente que vino en bicicleta específicamente a hablarme. Todo comienza asi:

X: Hola
Yo: Hola
X: Tienes problemas con el auto! Sorry
Yo: Si, asi es la vida
X: Ah, y de donde eres?
Yo: De Peru
Y la conversación sigue la línea de la anterior... con las 10 personas que se detuvieron a conversar, una por una…

Eso no es todo. El sentido de comunidad aquí es tan estrecho que aparentemente todos saben los problemas de todo. Y no es una falta de respeto hacer preguntas muy personales cuando la curiosidad te pica.
Muchos desconocidos, al oír que llevo casada más de siete años, me preguntan por qué no tengo hijos. Otros quieren ver cómo es mi casa aquí en el pueblo. He oído historias de peleas conyugales de personas que apenas conozco. Si hablo de algo con alguien, no falta otro que cinco minutos más tarde me pregunta de qué se trató mi conversación. Si salgo de casa a media mañana, la señora que me ayuda con la limpieza demanda saber a dónde estoy yendo. Y si mi marido llega a casa para recoger algo al paso, la señora necesita saber qué fue lo que vino a recoger!


Esto es definitivamente algo muy diferente a lo experimentado en otras ciudades donde he vivido. En Lima, si un extraño te pregunta con quien vives, sales corriendo inmediatamente porque seguro es un ladrón que ya está marcando tu casa!


16 jul 2014

Durmiendo con el enemigo

Este no es un post sobre mi marido. Ya creían, no?
Cuando llegamos al pueblo recibimos una casa donde vivir. No es una típica casa de Malawi. Se nota que los encargados han hecho un esfuerzo en acomodarla a estándares superiores a los normales. La casa está rodeada de un jardín, hay algunos árboles frutales y está completamente cercada con carrizo. No está muy bien protegida, pero por aquí no hay nada más que eso.
Junto con la casa recibimos dos perros guardianes. En realidad eran tres pero mi previsor marido transfirió al más travieso porque me conoce muy bien. No estoy acostumbrada a las mascotas. En mi vida solo tuve un perrito miniatura y mi hermana tuvo un hámster. Los perros grandes me ponen nerviosa y si encima saltan y ladran, me quiero ir corriendo.
Yo acepté a los perros pensando en la seguridad. Este pueblo no es peligroso y la gente es siempre muy muy amable, pero es bueno tomar previsiones, así que decidí tragarme mis miedos.  La de tamaño mediano se llama Joy y ha resultado tener una gran personalidad. Es juguetona e inteligente. El grande se llama Calle. Tiene la personalidad de Gigantón, ése de los pitufos. A pesar de su gran tamaño es tontín tontín.  Joy siempre le quita la comida y cuando les damos galletitas tenemos que cuidar que los dos coman pues Joy siempre está al acecho. Una vez le dimos medio chorizo a cada uno. Joy se lo pasó como si fuera pastillita mientras Calle se demoró diez minutos en asegurarse que el pedazo de chorizo era comestible.  Joy tiene una enfermedad de la piel a la cual estamos tratando de combatir. Mi marido le estuvo inyectando un medicamento semanalmente y como premio le daba una galletita. A la segunda semana Calle también quería la inyección. Lo curioso es que creo que le atraía más la aguja que la galleta.
Tener mascotas es divertido. Lo que nosotros no sabíamos es que íbamos a tener muchas más mascotas que los dos perros. La primera noche que pasamos en esta casa nos pusimos a ver una peli. Yo estaba sentada y al fondo se veía el pasillo que comunica el living con los dormitorios y los baños. En el medio de la peli, yo noto que algo se mueve cerca de la puerta del baño. Me fijo bien y era un ratón. El animalito salía del baño y quería entrar a la cocina. Obviamente hubo muchos gritos, todos provenientes de mí.  Al fin espantamos al ratón para que se vaya de la casa, pero donde hay uno siempre hay más. La casa alojaba a una familia entera de ratones, desde los abuelos, los padres, los hijos, los nietos y los bebes. Me costó mucho deshacerme de ellos. Incluso los perros colaboraron con la tarea. Después de aturdir a uno y sacarlo a la terraza Joy se lo llevó en el hocico. No quiero imaginar que pasó después. El último en morir con veneno se fue a la tumba con el dulce sabor de la venganza. Vino a morir debajo de mi cama, justo en mi lado, y lo descubrí al día siguiente cuando el olor lo delató. Para asegurarme que no vuelvan he mandado traer desde Noruega unos aparatos que emiten ondas de sonido que hacen imposible que los ratones se alojen nuevamente en la casa. Hasta ahora parece que es un éxito!
La gente que vivió antes de nosotros en esta casa tenía prioridades distintas. La limpieza no estaba en su top ten.  La cocina era una habitación lúgubre, los focos no funcionaban y solo había una lámpara alumbrando un rincón. La comida estaba en paquetes abiertos, las ollas y cubiertos tirados por cualquier lado. Me contaron que todo lo utilizado en la cena se quedaba en el lavadero esperando a que la señora que ayuda con la limpieza llegue al día siguiente. Y en ese ambiente alguien que todos conocemos hizo su Shangrila. Estoy hablando de nuestra odiosa amiga la cucaracha. Si los ratones tenían a toda su familia instalada, las cucarachas tenían todo un barrio. He tenido que hacer una revolución para desterrarlas. Incluso he tenido que cambiar pisos, paredes y muebles. Todos pensaban que era una guerra perdida pero, después de seis meses,  puedo decir que si llega una cucaracha a esta casa, no va a encontrar un buffet del que servirse a su gusto. La foto que sigue muestra la superficie de la mesa que encontramos en el comedor. No se podía poner un vaso sobre ella sin que se voltee y todas esas cavidades eran condominios residenciales de cucarachas.


El día siguiente a mi llegada, cuando todavía estaba pensando cómo solucionar la crisis de los ratones,  me siento a tomar un vaso de agua en el living cuando escucho un chillido. Pero el ruido no venía de algún rincón, venía del techo! Esta casa tiene un tejado (hay temporada de lluvia) de metal exterior y unas placas de madera/yeso en el interior. Entre tejado y placa tenemos Transilvania, un criadero de murciélagos. Los bichos han tomado posesión del lugar y son inamovibles. Hay días tranquilos cuando casi me olvido que están ahí, pero supongo que también tienen sus días difíciles porque se escuchan peleas y arañazos. Lo peor es cuando vemos alguna película de acción en la casa. Si hay una bomba, los murciélagos gritan a lo loco. Y de vez en cuando algún murciélago dormilón relaja mucho la patita y se cae contra la placa de yeso, dándome un susto de muerte.
Siempre sospeché que tenía miedo a las lagartijas. En Lima no hay (al menos no donde yo vivía) y en Noruega tampoco. De ese miedo irracional, si es que en algún momento lo tuve, supongo que me curé a puro tratamiento de choque. Calculo que en los peores días hemos tenido como 100 lagartijas dentro de la casa. En estos días es menos, creo que es porque estamos en la época fría. No puedo luchar mucho con ellas, si son bebes me dan risa, si son pequeñas me parecen muy insignificantes para molestarlas, si son medianas me da cosa tocarlas con la escoba porque pienso que las puedo matar en el acto (y sería peor limpiar tripa de lagartija!). Sólo a las muy grandes las persigo y trato de botarlas de la casa, aunque a veces hasta ellas tienen la capacidad de desaparecer como Houdini. Hasta hace poco tenía una en el techo del baño. Se llamaba “Perv”. Solo salía de su escondite cuando yo me bañaba.
Un día salí a la terraza a recoger ropa tendida al sol. Descuelgo una camiseta y siento que me cae algo en la cabeza. “Eso” rebotó en el piso y luego dio un salto hacia la baranda. Era un sapazo! Y no es el único. Hace poco fui al bano y cuando jalo la palanca vi que un sapo luchaba por quedarse fuera del agua. Di un grito de película de terror y mi marido vino corriendo. Cuando le dije lo que estaba pasando, él me respondió: Ahhh, olvidé decirte que ese sapito esta viviendo allí…


Afuera, en el jardín, hay muchas más criaturas haciendo su vida. Algunas son realmente espectaculares!


15 jul 2014

Malawi, the warm heart of Africa


Poco o nada sabía yo de Malawi antes de mudarme. Creo que tengo una innegable predilección por tirarme de cabeza a la piscina sin saber si ésta tiene o no tiene agua.  Antes de mudarme a Noruega tampoco sabía mucho al respecto y, la verdad, preferí que la realidad me agarrara por sorpresa pues, analizándome en retrospectiva, creo que tenía miedo de lo que se venía.
De este país solo había oído que está en la lista de los diez más pobres del mundo. Además sabía que existe el Lago Malawi que es el acuario natural más asombroso del mundo por la gran variedad de peces de colores y que provee de agua necesaria para la agricultura, sin la cual estarían totalmente perdidos. Me acordaba, desde mis estudios de colegio, que la capital es Lilongwe y que además hay una segunda ciudad muy importante llamada Blantyre.  Hablando con un amigo en Oslo me hizo recordar que hay dos islas en el Lago Malawi (Likoma y Chizumulu) que, a pesar de estar en aguas territoriales de Mozambique, pertenecen a Malawi. Esto quizás no es muy interesante para la mayoría pero para los interesados en derecho internacional es increíble!
Así llegué a Malawi, con muchas ganas de aventura, de sol, de playa, de algo diferente a Noruega… y vaya que lo encontré. Cuando llegué al aeropuerto de Lilongwe, me sorprendió lo chiquitito que era y lo básico de las instalaciones. Comparando – muchos dicen que no es bueno comparar pero cómo sino se puede evaluar? – los aeropuertos de provincia en Perú son mucho más modernos y más grandes. Al pasar por control aduanero me di con la primera prueba irrefutable que ya estaba en Africa: Una mujer (quizás de India o Pakistán) le dio un fajo de billetes al oficial aduanero para que no le revise las diez enormes maletas que traía consigo.
El pueblo donde vivo está a tres horas en auto de la capital. Yo llegué en la época de lluvias, cuando los paisajes son espectacularmente frondosos, muy verdes. La tierra roja hace contraste con los cultivos de tabaco y maíz, y toda la carretera está rodeada de imágenes dignas de fotografiar. Sin embargo, lo que más impresiona es la gente. Por la carretera, fuera de la ciudad, hay muy poco tráfico de automóviles pero siempre hay personas caminando o en bicicleta. Y así será hasta llegar al pueblo. El ciudadano promedio es pobre. Fuera de la cuidad, la gente vive de su pequeña chacrita y para transportarse pues la mayoría camina y camina. Algunos inclusive trotan por largas distancias. Y casi todos los niños saludan con las manos a los que pasan en automóvil, sobre todo a los extranjeros a los que les encanta gritar: AZUNGUUUUUUUUU!



14 jul 2014

Cuatro años han pasado

Y, sin embargo, es como si fuera ayer cuando me sentaba a escribir desde mi departamentito en Oslo. Algunas cosas cambiaron en esos cuatro años pero algunas cosas siguen igual.  Terminé el master que estaba estudiando, conseguí trabajo, luego conseguí un trabajo de verdad. Hice amigas, perdí amigas. Me divertí y me aburrí. Me fui de fiestas y me encerré por semanas en la oficina. Conocí más de Noruega, y más del mundo. Y me conocí más a mí misma o quizás me desconocí. Alguien por ahí sabe quién es uno?

Quizás hay solo dos cosas que son absolutamente iguales desde el principio: La comida peruana es la mejor del mundo; y nadie sabe qué viene a la vuelta de la esquina.